Lecciones aprendidas al crear una red para servir a jóvenes con discapacidades
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Este artículo ha sido escrito por Adrienne Griggs, Coordinadora de Innovación e Impacto de la Universidad James Madison (JMU), en colaboración con el RHNTC. JMU es la sede de SexEdVA (en inglés), un proyecto de la Red de Innovación e Impacto TPP20, que facilita la Red de Salud Sexual Inclusiva para Personas con Discapacidades (Disability-inclusive Sexual Health Network, DSHN) (en inglés) y realiza otro trabajo de apoyo a la salud sexual adolescente.
“La educación sexual no es neutral. La información incorrecta puede ser muy nociva. Queremos asegurar el acceso a una educación de calidad sobre la salud sexual”.
Ofrecemos financiación, asistencia técnica y orientación de proyectos a 11 organizaciones asociadas, entre ellas, defensores de personas con discapacidades, escuelas públicas, centros legales y profesionales de la salud de todo Virginia.
Me reúno regularmente con nuestros socios, colaboro de cerca con ellos y les aporto información y asesoramiento en el curso de su intervención. Equilibro la vista a vuelo de pájaro y el conocimiento que los miembros del equipo tienen sobre los detalles del proyecto. Eso me permite ayudar a formar conexiones.
Haciendo este trabajo, hemos aprendido mucho. La parte de la red ha sido vital para nuestro éxito, sobre todo nuestro papel convocando y conectando a tantas personas y perspectivas diferentes. Pero organizamos todo para que nuestros socios participaran más desde un principio. Somos expertos en crear y compilar recursos educativos sobre salud sexual, pero lo que realmente necesitamos son las perspectivas, las ideas y los comentarios de nuestros socios. Ellos son los que comprenden a la comunidad de discapacitados.
En general, acompañar el proceso de elaboración del currículo de cada socio y luego apoyar cada uno de sus proyectos ha sido un desafío. En su lugar, podríamos haber creado las bases de un currículo y luego le podríamos haber dicho a cada socio: “Este es el contenido sobre salud sexual, veámoslo a través de la lente de ustedes y asegurémonos de que sirva para su público”. Podría haber sido útil si hubiéramos indicado algunas pautas y expectativas. Pero como proyecto nuevo, también nos costaba comprender nuestras propias pautas, y lo que nuestro financiador esperaba de nosotros.
Otro factor importante es que nuestros socios experimentaron una gran rotación de personal. Además, mientras que algunos socios comenzaron con una idea muy clara de cómo ofrecer educación sobre salud sexual, a otros les llevó mucho tiempo. Hay que saber cuáles son los puntos fuertes de cada socio y cómo se pueden aprovechar para la red.
Cuanto más se dedique un socio a este trabajo, más podremos dedicarnos nosotros a él. Cuando vemos que los socios toman medidas para integrar la educación sexual de los jóvenes con discapacidades en su programación a largo plazo, nos esforzamos más. Nos comprometemos más y participamos más. Saber que uno ha hecho algo mucho mejor a largo plazo, es diferente.
—Adrienne Griggs, Universidad James Madison
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